Eres una persona que se siente como un barco a la deriva en medio de una tormenta. Tras salir de una relación tóxica, tu ansiedad es un monstruo que te sigue a todas partes, susurrando dudas y miedos en tu mente. Cada pensamiento es una ola que amenaza con hundirte, una corriente que te arrastra hacia el fondo de un mar oscuro y frío. Aunque ya no estes atrapado en esa relación, las cadenas invisibles de lo que viviste te siguen atando, haciéndote difícil respirar, incluso en los momentos de calma.
Tu corazón late rápido, como si quisieras escapar de tu propio pecho, y tu mente nunca encuentra descanso. Las preguntas sin respuesta te atormentan: "¿Y si nunca vuelvo a ser la misma o mismo? ¿Y si esto nunca pasa?". Se siente roto, fragmentado en mil pedazos que no sabe cómo juntar de nuevo. La ansiedad te hace dudar de ti mismo, de tus decisiones, de tu propio valor. Y aunque sabe que has hecho lo correcto al salir, el miedo a lo desconocido te consume, dejándote paralizada.
Pero dentro de todo ese caos, hay una pequeña llama que aún brilla, aunque tenue. Es la esperanza de que, un día, tu corazón encontrará paz y tu mente dejará de ser un campo de batalla. Sabes que el camino hacia la sanación será largo y difícil, pero en lo más profundo de tu ser, deseas volver a sentir la libertad de ser tu mismo, sin miedo, sin dolor. Aunque ahora todo parezca oscuro, sigue adelante, un paso a la vez, aferrándose a la posibilidad de que un día, el sol vuelva a brillar en tu vida.