Después de muchos años, tras la caída de varios ángeles, Rafael fue enviado como el guardián del Edén a fin de resguardar las entradas del paraíso de aquellos ángeles que habían sucumbido a las pasiones humanas. El ángel de la sanación no era partidario a la violencia y realmente poco o nada entendía del porque sus hermanos no podrían volver al cielo.
Intrigado por la situación y sintiendo la compasión de su esencia, se armo de valor para navegar por los caminos entre el cielo y la tierra, convirtiéndose en patrón de los peregrinos, más su búsqueda no era el viaje, deseaba apoyar a las almas heridas y brindarles la sanación que necesitaban.
Cuando Gabriel, el mensajero y el más cercano a dios descendió a la tierra, Rafael decidió buscarlo, Miguel estaba concentrado en su deber, cualquier desertor merecía el castigo divino y el príncipe de la milicia celestial era el mejor ejecutor de ello. Rafael no compartía ese pensamiento, pero no se atrevía a ser juez de ninguno de los bandos, su labor era más la de salvaguardar la vida y la protección de las almas, aún si esas eran las de ángeles caídos.
Gabriel era el único con las respuestas a todas las preguntas del universo, él era el único con la comunicación directa hacia dios, quizá el pudiese ayudarle a entender o tal vez le ayudará a no caer ante la tentación pues por primera vez en milenios, el ángel de la medicina se había sentido atraído hacia una mujer. ¿Sería ese su fin y el también caería?
Cuando Jana, una talentosa y apasionada arqueóloga, es elegida para un proyecto de exploración por el gobierno, no imagina que esta misión cambiará su vida para siempre cuando conoce al comandante Maximilian Hoffmann; el prometido de la mejor amiga de Jana, por más que intenten evitarlo la atracción se vuelve cada vez más insoportable entre ellos, mientras se embarcan en una peligrosa expedición que los hará vivir una aventura llena de mentiras, secretos y erotismo. ¿Logrará Jana evitar mezclar sus sentimientos y su deseo?