Todo comenzó cuando el idiota que me vendió el restaurante me lo quería quitar. Me había vendido el lugar con una sonrisa y un apretón de manos, pero ahora quería recuperarlo. Decía que había una cláusula en el contrato que me permitía rescindir la venta si no cumplía con ciertas condiciones. Pero ahora le doy gracias, ya que conocí a mi abogada sexy. Este es como un fanfic, tengo el permiso de las dos personas involucradas.