Era la niña adorada de mamá y papá, la mediana de tres hermanos y la luz de los ojos de mi tío. Todo parecía perfecto, hasta que se dieron cuenta de que era la oveja negra de la familia. Una joven caprichosa y astuta, decidida a no rendirse fácilmente. Ahora, los quería a los tres a mi alrededor, deseando que hicieran todo lo posible para verme feliz. Creía que merecía el cielo y no me detendría hasta que me trajeran la última estrella.