Imperio de Mentiras

Atavíos hechos a medida, rictus falsos, mechones negros lacios bien peinados e iris que doblegan y aterrorizan a cualquier adversario que exista en su camino.

Aaron Kingford domina un imperio de abogacía que ha sido heredado de generación en generación por su abuelo y su madre. Es el último descendiente vivo de los Kingford; un apellido insignia en todo el territorio de Inglaterra, no obstante, no solo su poder ejerce en este territorio, porqué en Escocia es un príncipe. Un hombre alabado en ambos países y en varios puntos del mundo. Todos lo respetan y admiran como si fuera el mismísimo Aquiles de Troya en persona; lo que no conocen es que dentro de él habita un demonio sediento de sadismo que busca una presa.

Esa presa soy yo.

Lo conozco desde que tengo uso de razón; somos vecinos y guardo en mi memoria hermosas épocas de nuestra niñez a pesar de la distinción de edad que tenemos.

Caí en una corriente impetuosa de sentimientos por él, que a cada año solo se fortalecía más en mi interior y yo no podía verlo hasta que fue muy tarde y lo besé en esos labios rojizos en mi celebración de quince años. Sabía que estaba incorrecto ese impulso y me recriminé por hacerlo solo un segundo. Bastó solo un segundo en el que la dirección de mi vida cambió cuando rodeó mis caderas con sus brazos pesados y fuertes gracias a sus músculos; su lengua me volvió esclava de él. De su sabor a menta.

Posteriormente a ese día mi amor por el príncipe de Escocia ya era imposible guardarlo por completo hasta que descubrí su auténtico rostro, uno que supo esconder muy bien; un ser maligno que siempre estuvo frente a mis iris y no lo pude ver.

La sangre manchaba su torso desnudo, aquella noche, que cambió todo para mí, fue una caja de pandora que intenté cerrar porqué liberó culpas que había maquillado.

¿Aaron sería mi salvación o mi ruina absoluta?