Evan estaba sentado en la mesa del comedor, dándole vueltas a su desayuno sin mucho interés. La mañana había comenzado con una serie de pequeños tormentos, Michael, que siempre encontraba formas creativas de hacerle bromas, se había escondido detrás del televisor para asustarlo con la máscara de Foxy, que Evan no podía soportar. Odiaba a los animatronicos, les temía. Sin embargo, a lo largo del día, esa preocupación se había desvanecido entre las clases y las tareas escolares.
Eran ya las 21:00 cuando Michael, quien normalmente llegaba a casa mucho antes, hizo su entrada. Algo en su actitud era diferente. En lugar de la brusquedad habitual y el desprecio hacia las normas de la casa, él parecía estar envuelto en una especie de calma. Ignoró a papá, que estaba en la sala, y se dirigió directamente hacia él y Elizabeth
La sorpresa de Evan fue total cuando su hermano, con una expresión que estaba a medio camino entre la desesperación y la ternura, los abrazó a ambos. No era el tipo de gesto que esperaría de él, mucho menos después de haberlo visto molestarle con esa máscara tan desagradable.
Desde el rincón de la sala, William, el padre de los chicos, observó la escena con una mezcla de sorpresa y confusión. La manera en que su hijo mayor se había comportado, el cambio abrupto en su comportamiento, y la forma en que se estaba aferrando a sus hermanos, todo eso era un misterio para él. Detuvo su reprimenda para observar, preguntándose qué había causado tal transformación en su hijo. La pregunta se dibujaba en su mente ¿Qué había sucedido para que su estúpido hijo cambiara? ¿Era una simple reacción emocional, o había algo más profundo detrás de este cambio repentino?
Donde el corredor argentino, conocido por su facilidad para chamuyar, cae ante una chica Ferrari
Donde Julieta, sin querer, cae ante el argentino chamuyero