A Emiko siempre le ha gustado tener su vida bajo control, sin preocuparse por lo que los demás piensen. Creció sin su madre, quien falleció al momento de su nacimiento, y quedó al cuidado de su padre, un empresario exitoso. Su hermano mayor, tres años más grande que ella, dejó la casa a una edad temprana, lo que la dejó sola con su padre. Aunque siempre tuvo todo lo que quiso en lo material, Emiko prefirió forjar su propio camino, sintiendo que su entorno estaba lleno de apariencias vacías. Desde niña, aprendió a ocultar sus verdaderos sentimientos y a llevar una máscara de frialdad, especialmente con quienes no deseaba cerca. Esta fachada le permitió mantener la distancia y el control que tanto valoraba. Sin embargo, su vida dio un giro cuando conoció a Daniel, con quien ha estado en una relación durante los últimos dos años. Con él encontró estabilidad y un amor que nunca había experimentado, aunque, en su interior, Emiko sigue sintiéndose desconectada. Lo que nunca imaginó es que un fantasma de su pasado reaparecería para sacudir su vida. Después de una cena en la que conoció a los amigos de Daniel, Emiko descubrió que uno de ellos es alguien que conoce desde su infancia, un vínculo que ambos prefieren mantener en secreto. Pero la verdadera traición llega cuando, un mes después, Emiko se entera de que Daniel le está siendo infiel con la novia de uno de sus amigos. La revelación la impulsa a acercarse a los amigos de su exnovio, enfrentando no solo la traición, sino también los fantasmas del pasado que ha intentado dejar atrás.