Daffodil era un nuevo justiciero en escena, y Shouta no pudo evitar preocuparse por el escurridizo enigma. El justiciero era demasiado pequeño, su voz era aguda y chillona, y cada célula del cuerpo de Shouta gritaba que Daffodil era solo un niño. Un niño que salía de noche y se metía en peleas callejeras con criminales, y el profesional tenía miedo de que si no intervenía pronto, entonces tendría un niño muerto en sus manos.