Megumi no estaba segura de qué pensar del chico nuevo: era excéntrico, sí, pero la forma en que trabajaba con la comida... era casi antinatural. Incluso sobrenatural. Las cosas que hacía en la cocina eran irrepetibles, los platos que sacaba tenían algo de sobrenatural. Francamente, a Megumi no le sorprendería que acabaran llamándole mago de la cocina.
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