En el vasto y enigmático planeta Tierra, una nave espacial descendía a gran velocidad hasta estrellarse en las profundidades de las montañas. El impacto resonó en el silencio de la naturaleza, y de su interior emergía un llanto, el de un bebé. Sin embargo, no estaba solo. A su lado, un niño, visiblemente lastimado por el aterrizaje, yacía inconsciente. Sus cuerpos, aún pequeños y frágiles, estaban muy lejos de cualquier civilización.
Un anciano llamado Gohan, quien solía recorrer esas montañas en busca de hierbas medicinales, descubrió la nave caída. La curiosidad lo llevó a inspeccionarla, y al acercarse, vio al niño herido y al bebé. Al levantar al más pequeño, notó algo sorprendente: ambos tenían una cola de mono, algo que jamás había visto antes. Sin dudarlo, el bondadoso anciano decidió llevarlos consigo. Aunque no comprendía del todo su origen, no podía dejar a esas criaturas solas y desamparadas.
Con el paso del tiempo, el anciano Gohan se encariñó profundamente con el bebé, a quien decidió llamar Goku, dándole su apellido, Son. Pero no ignoró al niño herido, el mayor de los dos hermanos. Aunque parecía más fuerte y resistente que un niño común, Gohan sabía que el destino de ambos estaba entrelazado, y su bondad lo llevó a tratarlos como si fueran sus propios nietos. Desde ese día, su vida cambiaría para siempre, y la de los dos hermanos también.