Él me lo advirtió pero no le hice caso. Si tan sólo hubiera adivinado que mis actos traerían consecuencias. Todo parecía perfecto al comienzo y de hecho lo era, no quería volver jamás y alababa el día en el que por causalidad había entrado en el ático y había descubierto ese precioso espejo. Aún recuerdo el día en el que me escribieron con bolígrafo rojo "TEN CUIDADO". Diablos! fui una idiota.
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