A veces, al mirar a un hombre a los ojos, es como asomarse al vasto universo. Ves más allá de la simple mirada, adentrándote en la inmensidad de estrellas que bailan en su oscuridad. Como si todo el peso de la Vía Láctea se condensara en ese instante, sus pupilas te revelan galaxias enteras, secretos antiguos y la promesa de horizontes que aún no has cruzado.
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