No sé en qué día vivo. Mi mente vive prisionera a la rutina y no es capaz de imaginar una vida tranquila… feliz. Lo único que puedo ver a mí alrededor son personas rotas, como muñecas de trapo. Somos marionetas de una energía, Dios o el propio “destino” a la que nosotros llamamos vida. Y si nos lo planteamos mejor ¿De verdad merece la pena vivir así? ¿Es esto realmente bueno para el ser humano? Mi respuesta es no. No nos merecemos esto. Esta vida a la que estamos obligados a vivir. Llena de gente que no se valora ni valora a los demás, llena de gente falsa que por la podrida envidia es capaz de matarte, llena de gente que al no poder vencer sus miedos se aferra a los miedos de otros, haciéndolos sufrir hasta un final no muy lejano. La muerte.