Cuando Gyomei tuvo conciencia de sí mismo el daño ya estaba hecho. Su sangre se helo en sus venas al sentir el pecado debajo de el. Sus manos apretaban con fuerza las piernas abiertas de Sanemi, impidiéndole moverse, podía sentir la sangre del albino manchar sus manos mientras apretaba los blancos muslos que sangraban con una mordida en cada uno, había marcas de mordidas en su pecho y aunque el albino trataba de esconder su rostro con los brazos podía escucharlo sollozar. ¿Qué había hecho? Aterrado busco separarse, pero los brazos se Sanemi lo rodearon por la espalda, lágrimas caían de su rostro y un gemido de dolor salió de su boca mientras trataba de sostenerse a su espalda con desesperación. - Si paras te mato. - Susurró contra sus labios antes de besarlo.
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