El chirrido de las llantas contra el asfalto y los gritos de un grupo de estudiantes fueron lo último que escuchó. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el cruce. El auto descontrolado se aproximaba demasiado rápido, pero no se detuvo. Sus ojos vieron cómo los jóvenes, paralizados por el miedo, no reaccionaban a tiempo. Con un último esfuerzo, empujó a uno fuera del peligro, justo cuando el impacto lo alcanzó. El dolor fue inmediato, pero lo que lo envolvió después fue el silencio. La oscuridad lo consumió. Pensó que había llegado el fin, que su vida se apagaba con esa última decisión. Sin embargo, no encontro el cielo que imagino si no un mundo diferente con un cuerpo he identidad diferente así comenzaba la historia de Rudeos Greyrat una persona que nunca debería haber existido
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