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Celeste Ríos, prima de Richard Ríos, siempre fue la niña mimada del futbolista colombiano, jugador del SE Palmeiras. Desde muy pequeña, Celeste supo que lo que sentía por su primo no era normal. No era cariño de familia, era algo más profundo... un amor que creció en silencio y que la fue marcando con los años.
La relación entre ellos siempre fue muy cercana, demasiado para algunos. Dormían juntos como si nada, ella se sentaba en sus piernas sin incomodidad, comían del mismo plato, tomaban del mismo vaso. Estaban pegados como si fueran uno solo.
Para la familia todo eso era normal. Después de todo, Richard siempre había estado ahí para Celeste, desde que el papá de ella las abandonó, dejándola sola con su mamá. Desde ese momento, él se encargó de cuidarla, de estar para ella, como si hubiera asumido el rol que le faltaba.
Richard Ríos no era cualquier joven. Atractivo, futbolista del Palmeiras y de la Selección Colombia, carismático y con una sonrisa que derrite. Tenía ese encanto natural que lo hacía destacar, pero también era celoso, protector, impulsivo, alegre y sobre todo, humilde.
Aunque en ese momento tenía una relación con Nicole Rivera, no tardaría en descubrir que esa historia tenía los días contados.
Acompañalos a vivir una historia intensa, llena de emociones, dudas, secretos y decisiones difíciles. Una historia donde el amor no siempre sigue las reglas y donde el corazón, a veces, elige lo prohibido...
Madeline Duboi lo tiene todo. Dinero, éxito, una empresa de eventos de lujo y una agenda más ocupada que la de un presidente. ¿Hombres? No, gracias. Ya tuvo suficiente con su ex perfecto de revista, con su familia millonaria y con la presión de ser la niña dorada de Medellín. ¿Dramas? Tampoco, que para eso están las novelas.
Hasta que llega él.
Richard Ríos.
Futbolista. Malandro con plata. El peligro en forma de hombre.
Con su risa fácil, sus tatuajes y su actitud de "yo siempre consigo lo que quiero", Richard se le mete en la vida como un problema sin solución. Molestándola, pegándosele, robándole la paz con cada mensaje y cada visita inesperada.
Madeline jura que no se va a enredar con él.
Que es un gamín, que tiene novia, que a ella no le gusta lo prohibido.
Pero entonces Richard la mira con esos ojos de perro que tumbó la olla.
Y ella empieza a dudar.
Porque, marica... ¿qué haces cuando el hombre que no deberías querer se convierte en el único que no puedes dejar de pensar?