En una tarde tranquila, Mafuyu y Uenoyama se encuentran solos en el estudio de música, sumergidos en una atmósfera cargada de emociones no dichas. Mientras Mafuyu toca una canción llamada Slow Motion, las letras comienzan a reflejar lo que ambos sienten pero no se atreven a decir. Entre miradas intensas y confesiones silenciosas, la conexión entre ellos se vuelve palpable. En medio de esa calma, el tiempo parece detenerse mientras enfrentan el miedo de perderse el uno al otro.