Ashwood nunca fue un lugar amable. Bajo su lluvia perpetua y sus calles empedradas, la oscuridad no solo acecha, sino que se filtra en cada rincón y en cada alma. Durante años, los crímenes sin resolver han marcado su historia, como si una fuerza invisible eligiera la ciudad como su terreno de juego. Ahora, un nuevo horror la consume: un asesino conocido como "El Cazador" ha desatado el terror con una serie de homicidios meticulosamente ejecutados, cada víctima marcada con un símbolo que nadie logra descifrar.
La policía está perdida, y los habitantes se refugian tras puertas cerradas. Pero Vincent Cain, un detective con un pasado tan turbio como la ciudad misma, regresa a Ashwood con una sola misión: detener al Cazador. Sin embargo, Cain pronto descubre que este asesino no es como los demás. Es un enemigo que parece conocerlo, anticiparse a sus movimientos y retarlo en un juego mortal de inteligencia y obsesión.
Mientras Cain desentraña el misterio, se ve obligado a enfrentarse no solo al Cazador, sino también a los secretos enterrados en su propia alma. Porque en Ashwood, la oscuridad no perdona, y la cacería no termina hasta que la última sombra ha caído.
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y pauta como se le ha indicado. Un pueblo donde no se recibe con mucha gracia a los recién llegados así que cuando Los Steins se mudan a su lado, Leigh no puede evitar sentir curiosidad.
Los Steins son adinerados, misteriosos y muy elegantes. Lucen como el retrato perfecto de una familia, pero ¿Lo son? ¿Qué se esconde detrás de tanta perfección? Y cuando la muerte comienza a merodear el pueblo, todos no pueden evitar preguntarse si tiene algo que ver con los nuevos miembros de la comunidad.
Leigh es la única que puede indagar para descubrir la verdad, ella es la única que puede acercarse al hijo mayor de la familia, el infame, arrogante, y frío Heist.