El CEO de una cadena de empresas internacionales.
Una niña que va en su penúltimo año de preparatoria.
Clases diferentes, vidas diferentes, no hay forma de que dos polos tan opuestos lleguen a congeniar... ¿Cierto?
Alejandro Sanabria consideraba que las relaciones amorosas eran una pérdida de tiempo, él tenía ocho empresas repartidas por diferentes países, todas a su cargo, y no tenía el tiempo para preocuparse por una relación; siendo sincero, tampoco tenía interés en una relación seria. Una noche con cualquier mujer dispuesta a complacerlo era más que suficiente.
Altaír González, por el contrario, llevaba toda su vida soñando con encontrar a la persona indicada para ella. Desde pequeña, la han considerado como alguien "rara", "demasiado habladora" o incluso "molesta", pero nunca la consideraron bonita o una persona con la que disfrutarías estar. Ahora estaba en su penúltimo año de preparatoria y, aunque en el fondo sabía que nada cambiaría, aún seguía con la pequeña esperanza de encontrar a esa persona.