Rompecabezas

El juicio de Thomas Ashton fue ampliamente publicitado. La historia de Alice, la madre que, impulsada por el dolor y la determinación, había logrado resolver un caso que la policía había dejado sin resolver, conmovió al país. Alice se convirtió en un símbolo de esperanza para otras familias que habían perdido a sus seres queridos a manos de asesinos impunes. Recibió numerosas felicitaciones, pero también amenazas. Algunos individuos, admiradores del asesino, la acusaron de haber manipulado la evidencia y de haber arruinado la vida de un hombre inocente. Estas amenazas, sin embargo, no lograron desanimarla. Su lucha por la justicia había valido la pena.
Sin embargo, la captura de Ashton no trajo la paz completa a Alice. La sombra de la tragedia seguía presente en su vida. Las noches sin dormir, la culpa persistente, y el vacío dejado por la pérdida de Lily, eran heridas que tardarían mucho tiempo en cicatrizar. Orejitas, el conejo blanco, seguía siendo su fiel compañero, un recordatorio constante de su hija y de la lucha que había emprendido.
Alice decidió dedicar su vida a ayudar a otras familias que habían sufrido pérdidas similares. Fundó una organización para apoyar a las víctimas de crímenes violentos, ofreciendo asesoramiento, apoyo legal y psicológico. Su experiencia personal la convirtió en una defensora incansable de los derechos de las víctimas, una voz que se alzaba para exigir justicia y para luchar contra la impunidad. La sombra de la tragedia la había marcado para siempre, pero también la había transformado. El dolor se había convertido en fuerza, la desesperación en determinación. Alice, la madre que había perdido a su hija, se había convertido en una luz de esperanza para muchos otros. La sombra de Ashton estaba tras las rejas, pero la sombra de Lily, y la lucha de Alice, permanecerían para siempre en la memoria colectiva, un recordatorio de que incluso en la oscuridad más profunda, la esperanza y la justicia pue