Este libro va dedicada a todas aquellas mujeres que nunca han tenido la oportunidad de acostarse con un hombre, pero que se mueren de ganas por saber lo que se siente.
En las altas esperas existe una sociedad que se encarga de satisfacer los deseos más oscuros de las personas. La única manera de entrar en este círculo es siendo cliente (se encarga de pagar por los servicios) o invitado (es la persona que ofrece el placer), y entre ellos se comunican a través de sobres, no está permitido establecer el contacto de otra forma.
Existen los sobres negros, los invitados firman una acuerdo de un año con el cliente y durante ese periodo tendrán que satisfacerlos. Los sobres blancos representan los matrimonios de conveniencia, aceptas casarte con otra persona a cambio de protección, un salvoconducto, dinero... Y por último están los sobres rojos, apenas utilizados en la sociedad, ya que los invitados se tendrían que exponer a fantasías en las que no se aceptarían normas, contratos o límites.
Mía acaba de conocer a dos hombres que casualmente pertenecen a esta sociedad. Ambos sienten interés por ella, uno la desea y el otro la ama, uno es un invitado y el otro un cliente. Todo lo que sucede en su vida gira en torno a estas dos personas y por este motivo se está replanteando si entrar en la sociedad o no.
La idea no sería tan mala si no tuviéramos en cuentas que Mía no tiene experiencia en el placer, ni en el amor, ni en el sexo, ni en nada que tenga que ver con un hombre.
Ella siente que ambos pueden aportarle cosas diferentes a su vida, pero ellos no están dispuestos a compartirla. Mía tendrá que ocultar sus emociones y fingir que no está viviendo una aventura con los dos.
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.