-¡Lisa querida! que gusto volver a verte.
Fran Steven gritó eufórica luego de verme. Claro que emocionaba volver al pueblo en el que nací, pero las circunstancias eran realmente terribles y no podía disimular absolutamente nada en ese momento.
-Fran, hola. ¿que tal todo?
-Ya sabes, mucho trabajo, todo aquí ha cambiado mucho desde que te fuiste con Nicolás, hace un mes hubo un atentado. - dijo emocionada. al parecer a todos le emociona ese nuevo revoloteo en el pueblo, a todos menos a mi, algo raro había comenzado a pasar y veía muy tranquilas las aguas, sin temor ni angustias y eso me preocupaba aún más.
Wilson, un pueblo de 13.500 habitantes. Había tenido en un año mayor delincuencia, que en las siete décadas de existencia, las noticias mañaneras de la nueva vacante en el restaurante, la nueva novedad en el diario, o la kermes de aniversario eran historia. Las noticias habían cambiado, y comenzaba a preocuparme y no entendía por qué al resto no.
Al defender a su familia de un asaltante y morir, Alicia es transmigrada a un mundo del matriarcado, donde las mujeres son el pilar y las que mantienen a la familia, mientras los hombres son los que se quedan en casa.
Lo más sorprendente para Alicia no es el sistema en el que se rige la sociedad, los hombres, que no solo son los que dan a luz, si no, que se dividen en dos.
Los oro, la clase baja que tienen tendencia a dar a luz a otros hombres.
Y los jade, la clase alta que tienen tendencia a dar a luz a mujeres.
No solo eso si no que al ser las mujeres un bajo porcentaje, las familias se conforman por un harem de hombres, los cuales no son vistos más que como máquinas de hacer bebés.
La imagen la saque de internet créditos de la imagen a: "Alya".