"Soy un hombre rudo y fuerte, no le temo a nada ni nadie"
Xadier caminó con la cabeza en alto por todo el pasillo mientras observaba como los sirvientes se inclinaban ante él. Sonrió con picardía e hizo una mueca de altanería. Pero su rostro se contrajo al ver venir al verdadero hombre rudo y fuerte, no, ni siquiera era humano. ¿Debería llamarse Dios?
Rápidamente, dio media vuelta y corrió en dirección opuesta.
Una suave risa resonó en sus oídos.
"¿A dónde intentas escapar?"
Daren hizo una señal y varias enredaderas se envolvieron alrededor del Xadier, impidiéndole escapar.
Con paso lento se acercó y susurró en su oído.
"No me he olvidado de tu castigo"
El rostro de Xadier palideció.
Unas horas después, Xadier de trasero adolorido, estaba sentado sobre las piernas de Daren recibiendo su comida, mientras era acariciando por todos lados sin poder quejarse.