En la vida nos topamos con personas que son como la lluvia, llegan de un momento a otro. Nunca se sabe si llegan a quedarse o a irse. Hay otras que llegan como un huracán, sin previo aviso y tenemos la certeza de que se van a ir. Pero no sin dejar antes un caos. Algunos llegan como el arcoiris, intensos, llenos de vida y de color. Sin embargo, está el vacío de que en cualquier momento van a dejar de brillar con la misma intensidad. Otras llegan como un meteorito, descendiendo lento, hasta causar un gran impacto. Y pocas... Son pocas las personas que llegan a uno, como si fueran una galaxia. Lleno de distintos colores, constelaciones, planetas y muchas más cosas de las que uno puede llegar a imaginar. Las personas llegan como un desastre natural... Pero para otros, llegan como un desastre perfecto. Somos estrellas que buscan su propia órbita. Pero... Las estrellas no brillan sin oscuridad.