[Secuela de She Wolf]
El Valhalla, la ciudad sin ley, se debilitó ante la caída del rey, quien era el mismísimo diablo, pero incluso sin el jefe, le tempestad continuaba existiendo, y sin duda, siempre existiría, hasta que no quedase nadie vivo, pero, al menos por ahora, las víctimas habían disminuido, así como las constantes tragedias, lo que era un respiro de alivio.
Y La Loba, quien eliminó al diablo, murió.
Glorificada como un mártir, venerada por su sacrificio, fue recordada por todo aquel que fue herido por el Valhalla, así como quienes manejaban la inmundicia, quienes la veían como aquel enemigo que siempre fue, desde un comienzo, un problema del que se habían deshecho.
Estaban a salvo del lobo, ahora que había muerto.
Y si, el lobo murió, pereció bajo el castillo de concreto, y fue sacado de la superficie como nada más que un cadáver. Sin embargo, el humano bajo aquel animal no moriría fácilmente, para la absoluta desgracia de la mafia del Valhalla, para el horror de sus enemigos, así como el regocijo de los aliados.
Pero, ¿Qué opinaría el humano bajo el animal, acerca de continuar existiendo en aquel cruel mundo, luego de haber decidido morir?
¿El ángel podría contestar esa pregunta?
Después de ser rechazado por segunda vez por el Equipo Avatar, incluso después de ayudarlos con Combustion Man, Zuko decide dejarlos solos y buscar un lugar donde vivir.
pero después de una pelea contra soldados de la Nación del Fuego y caer en el lecho de un río.
Al ver su arrepentimiento y dolor, el espíritu del Sol y la Luna deciden darle una segunda oportunidad, enviándolo a otro mundo con otro destino y gente que lo apreciará y admirará.