La extraña Agua Oscura de Helheim, más maligna que la de las Cavernas Profundas, tuvo un efecto devastador y duradero en el cuerpo de Will Shane.
Doc, a pesar de ser una sanadora y una guardiana, no podía más que aliviar los efectos más nocivos de aquella agua por un breve periodo de tiempo.
Sin embargo, Eli descubrió, frustrado, que los efectos de Doc surtían cada vez menos efecto, y su padre no solo ya no se recuperaba, sino que cada vez empeoraba más.
Ya apenas era capaz de comer. Y lo poco que comía casi siempre lo acababa vomitando. Su aspecto empeoraba tan rápidamente como su salud. Su aspecto no había cambiado tampoco.
Sus uñas seguían inusualmente gruesas y negruscas, su piel mantenía aquella apariencia mortuoria y escalofriante con las venas sobresaltadas en color negro.
Will Shane estaba muriendo.
Y sin importar en dónde y con quién buscara alguna cura, simplemente el efecto desaparecía al poco tiempo.
Ya desesperado, a Eli se le ocurrió acudir a la última persona que le faltaba pedirle ayuda.
Tras una larga travesía por los continentes para llegar a Inglaterra, se reencontró nuevamente con su hermana.
¿Pero Twila aceptará ayudar a su padre biológico?
¿Y si acepta... Will sentirá de alguna manera que ella es su hija a la que cree muerta?
Gi-Hun busca acabar con los Juegos, pero no sabe que In-Ho, el hombre tras la máscara, arriesga todo para protegerlo. Entre la tensión de los retos y las miradas, ambos se acercan peligrosamente, atrapados entre el deseo, los secretos y un sentimiento que podría destruirlos.