-Max... -comenzó, su voz apenas un susurro-. Dime que me amas, aunque sea una mentira.
Max frunció el ceño, sin saber cómo reaccionar. No entendía del todo a qué se refería Sergio, pero algo en su tono lo hizo dudar. ¿Era un juego más? ¿O realmente Sergio estaba sufriendo?
-¿Qué estás diciendo? -preguntó Max, ahora más serio, cruzando los brazos. Intentaba mantener su semblante frío, pero había algo en la vulnerabilidad de Sergio que lo desarmaba.
Sergio se levantó de la silla y se acercó lentamente a Max, buscando su mirada.
-No puedo negarte que los celos me están matando, Max -dijo, su voz quebrándose-. Verte con Charles, riéndote, mientras yo... mientras yo estoy aquí, sintiéndome invisible.