La historia narra cómo la madre de Érika, con un gesto sombrío, la arrulla en su cama, mientras una inquietante hada de la guarda se presenta, susurrándole promesas de un mundo encantado. Juntas se adentran en un jardín encantado, donde sombras danzan entre flores marchitas y una puerta mágica emerge, cubierta de enredaderas oscuras. Sin embargo, el padre de Érika, con su mirada aterradora, irrumpe y la amenaza con su presencia opresiva. El hada, con un destello de magia, la impulsa a cruzar la puerta que se cierra con un crujido escalofriante. La historia revela cómo la imaginación, como una sombra acechante, puede arrastrarnos a reinos donde la fantasía y el horror coexisten en un eterno juego de luces y sombras.