Tal vez sea algo hecho desde el resentimiento. Tal vez también de cierta experiencia. Es, de hecho, un producto de la mera suposición. No sé cómo será ni la vida ni la cabeza de esa gente, pero llegó a interesarme lo suficiente como para explorar su psique como quién camina por un paisaje distópico o de posguerra.
«Las personas cambian, ¿sabes?». Mira, tú tendrás tu respuesta. Yo te digo que sí, pero no así tan fácil como suena.
Yo cambié... Pero me tuvieron que llover mil infiernos para eso. Muchos lo llaman Karma; Newton lo llamó acción y reacción; la biblia dice que uno cosecha lo que siembra... Supongo que me doy a entender, ¿no?
He jodido a mucha gente, hermano... Hasta ahora, eso me pesa. Y por más que hayan pasado años, no quiero hablar demasiado de ese tema. No quiero abrir una herida que ya cicatrizó. Solo quiero sobrellevarlo, seguir en paz en esta nueva vida; y la única razón por la que estoy dejando registrado esto es para que el, o la idiota, que está haciendo lo mismo que yo hice, esté advertido de la porquería en la que se ha metido sin que se haya dado cuenta si quiera.
Solo quiero decir una cosa, por más obvia que suene. La escuchaste mil y un veces, pero está vez es para ti: no serás un mocoso por siempre; ni papi ni mami estarán siempre para limpiar tu mierda.
Una noche en Las Vegas cambia la vida de Nailea, cuando despierta casada con Alex Milani, un carismático piloto de Fórmula 1.
Lo que comienza como una farsa para evitar un escándalo mediático pronto se convierte en un torbellino de emociones, atracción y secretos.
Entre el brillo de los eventos de alto perfil y las sombras del pasado, Nailea y Alex deberán enfrentarse a sus diferencias y a una conexión inesperada que podría unirlos... o romperlos para siempre.