Esos suburbios siempre se veían tan tranquilos y apacibles, como un remanso de paz en medio del caos del mundo. Las calles estaban adornadas con casas de colores suaves, jardines bien cuidados y niños jugando en las aceras. Nadie, en su sano juicio, podría imaginar que un criminal habitara entre ellos; Nadie como él, que se movía con sigilo, con una astucia que le permitía pasar desapercibido, disfrutando de la tranquilidad que le ofrecía el lugar, mientras escondía secretos que harían temblar a cualquiera.All Rights Reserved
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