No importa cuanto se esforzase, por más que quisiese cambiar desde el fondo de su corazón, no podía hacerlo. Nunca se consideró un tonto, pero por qué entonces sufría por algo que si era capaz de comprender? Su nublada cognición no le permitió darse cuenta que solo se necesitaba de una verdad, una dolorsa verdad que se esforzaba en encubrir con mentiras y más mentiras.