Alastor, un arcángel con ideas poco convencionales, resultaba demasiado peligroso para el Cielo. Por temor a su influencia, fue desterrado al Infierno junto a Lucifer. Su conexión con Sera, la líder de los serafines, era profunda, y juntos habían traído al mundo a una hija, quien apenas era una bebé en el momento de su destierro. Al enterarse de que Alastor había sido enviado al Infierno, Sera sintió cómo el dolor la invadía, transformándose con el tiempo en un resentimiento que la acompañaría en su soledad. La pérdida del amor de su vida y la separación de su hija dejaron marcas imborrables en su corazón.