Hablaré en estas páginas no solo de películas, sino de emociones, de sombras proyectadas en la oscuridad de una sala que han dejado una marca imborrable en mi piel. Hablaré de personajes que, sin siquiera existir, han sabido inhalar mi aliento, ocupar mis pensamientos y hacerse carne en mis sueños. Aquí desfilarán rostros ficticios, pero intensamente reales, que he amado con una devoción inexplicable, y otros que he despreciado con el mismo fervor.
Desnudaré mis recuerdos de películas que me han sacudido, de historias que, como un perfume envolvente, me han embriagado y arrebatado toda noción de tiempo. Los susurros de esas escenas siguen resonando en mi interior, incluso cuando la pantalla se apaga, como ecos que jamás desaparecerán. Pero también habrá espacio para la decepción, para aquellos personajes y tramas que, a pesar de sus promesas, me dejaron vacío, como un aroma que al principio es dulce pero pronto se vuelve insoportable.
Esta es mi confesión cinéfila: una colección de impresiones y sentimientos sobre lo que el cine ha despertado en mí. No solo como espectador, sino como alguien que ha sido transformado, moldeado por cada imagen, cada historia. Y como cada olor, estas reflexiones serán intensas, a veces dulces, a veces amargas, pero siempre persistentes.