Cada una de esas mujeres le enseñó algo, dejándolo marcado con recuerdos tanto dulces como amargos y grandes dosis de dolor. Sin embargo, no se derrumbó, pues debía seguir adelante por los únicos tesoros que no le habían sido arrebatados: sus niñas. Sus hijas eran, podría decirse, el motor que lo mantenía siempre mirando hacia adelante y con la cabeza erguida. Acompáñame en esta bella historia llena de lágrimas, risas y un poco de drama y comedia, pero sobre todo de un gran amorAll Rights Reserved
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