En un infierno donde las reglas han cambiado, Charlie, la optimista heredera del reino, logró lo imposible: convencer al Cielo de su proyecto de redimir almas condenadas a través de su Hotel de Redención. Ahora, casada con Alastor, el temido y misterioso demonio, y madre de una hija, Charlie parece haber encontrado un equilibrio entre el amor, el deber y su sueño de cambiar el inframundo.
Sin embargo, la paz es efímera. Durante uno de los temidos exterminios anuales, los ángeles exterminadores, seres despiadados encargados de purgar el Infierno, irrumpen en el Castillo Morningstar, el hogar de Charlie y Alastor. Sin razón aparente, estos ángeles asesinan brutalmente a Charlie, dejando su cuerpo sin vida en medio de la sala del castillo. Alastor, al regresar, encuentra el cadáver de su esposa y a su hija llorando desconsoladamente.
La furia de Alastor no conoce límites. En un ataque implacable y lleno de venganza, desata un exterminio propio, masacrando a los ángeles que habían osado destruir lo que más amaba. Sin piedad, unos huyen, otros luchan, pero ninguno sobrevive a su ira.
Al final de la masacre, Alastor, desolado, abraza el cuerpo sin vida de Charlie y llora amargamente. Con su hija en brazos, la consuela y la arrulla hasta que se duerme, en un acto desesperado de proteger lo que le queda. Decidido a no volver al castillo que ahora le recuerda la tragedia, Alastor empaca sus pertenencias y las de su hija, y juntos se mudan al Hotel de Redención, que ahora se convierte en su único refugio en un mundo que ya no es el mismo sin Charlie.
Y ahora que pasará con Alastor y Elizabeth? Porque los ángeles atacaron el castillo? Esto y mucho más descubrelo en este libro
5# chalastor 21/10/24
6# chalastor 1/11/24
3# chalastor 4/11/24
La noche empezó como una simple apuesta entre colegas. Un grupo de cirujanos, extenuados por la rutina del hospital y en busca de algo que los sacara de la monotonía, decidieron jugar al Juego de las Llaves . Todo era emoción y nervios entre copas, hasta que la suerte jugó una mala pasada.
Cuando llegó el momento de emparejarse, los rostros se llenaron de confusión: por un error.