Siempre pensé que mi vida en Elda era todo lo que conocía, todo lo que necesitaba. Pero cuando decidí mudarme a Madrid, gracias a la beca que me dieron, no lo dude 2 veces a la hora de saber que era momento de empezar de cero, para descubrir quién era sin las raíces de mi pequeño pueblo, todo cambió. Dejé atrás a mis amigos de siempre, las calles que conocía de memoria, incluso esa comodidad de saber qué esperar cada día. Al llegar a la capital, me sentí como un pez fuera del agua. Madrid era inmenso, ruidoso, y a veces me preguntaba si había tomado la decisión correcta. Vivía con Luna, una compañera de la universidad a la que apenas conocía al principio. Ambos teníamos 20 años, cada uno con su propio equipaje emocional, pero juntos comenzamos a encontrar un equilibrio en medio del caos. Aún me sentía nostálgico por todo lo que dejé atrás en Elda, pero también había algo emocionante en esta nueva vida, en las oportunidades que Madrid ofrecía. Era una sensación agridulce de estar entre dos mundos: el del chico que fui y lo que dejé y el de la persona que estaba empezando a ser. No sabía lo que el futuro me deparaba en la ciudad, ni si podría encontrar en este lugar un verdadero hogar... pero algo me decía que todo estaba a punto de cambiar.All Rights Reserved
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