El frío acero de una bala atravesó su pecho. Un mercenario solitario, conocido solo como "El Lobo", cayó de rodillas mientras la sangre escapaba de su cuerpo. Había vivido una vida al filo de la navaja, sobreviviendo guerras, traiciones y misiones imposibles, pero su suerte había llegado a su fin. La oscuridad lo envolvió rápidamente, y su último pensamiento fue: "¿Así es como termina?" Pero la muerte no fue el final. Un destello cegador lo envolvió, y cuando abrió los ojos, ya no estaba en el campo de batalla que conocía. El cielo era diferente, un azul más vibrante, con nubes que parecían pintadas. Sentía el calor del sol en su piel, pero algo estaba mal. No era su cuerpo. Se levantó bruscamente, mirando sus manos: eran más jóvenes, ágiles, pero extrañas. El Lobo no tardó en darse cuenta de que algo aún más extraño había ocurrido. Estaba en un mundo diferente. "¡¿Qué demonios es esto?!", gritó, su voz resonando con fuerza. Miró a su alrededor, en una isla tropical, con un puerto cercano donde enormes barcos con extrañas banderas ondeaban. Mientras caminaba por el pueblo, la gente hablaba de nombres que no conocía, pero uno de ellos capturó su atención: Rocks D. Xebec. Su memoria le trajo una oleada de recuerdos, lecturas antiguas de su tiempo sobre un manga llamado One Piece. Estaba en el mundo de One Piece, dos años antes de la Batalla de God Valley. ¿Qué papel jugaría en los eventos por venir?