Desde que tengo memoria me he criado en un ambiente religioso, desde escuelas hasta estar todos los domingos rezando delante del altar. Hace unas semanas tuve que mudarme por la Universidad, y desde entonces he ido a la capilla de este nuevo y desconocido lugar. Era el mismo ritual de siempre, hasta que unos ojos negros se posaron a leer la Santa Biblia y al terminar se fijaron en mí.