Llamas de Sangre y Fuego

Mi historia comienza en los brazos de una mujer cuyo rostro parecía esculpido en la pálida luz de la luna, con ojos de un azul profundo, claros como el cielo nocturno, y una cascada de cabello dorado que enmarcaba su rostro. Aquella mujer, mi protectora, me llamaba Daerys Targaryen, pero nunca compartió su propio nombre, ni me dijo si alguna vez tuvo familia. Lo único que sabía era que había sido una Khalessi, esposa de un poderoso Khal Dothraki. La tragedia la encontró pronto; su esposo murió poco después de perder a su único hijo, y el dolor la llevó a huir, a vagar por tierras extranjeras hasta el día en que me encontró.
Yo era una niña desamparada, abandonada en una casa en ruinas de un barrio noble, con el cabello plateado, ojos violetas, y piel tan pálida como la suya. Era obvio que mis posibilidades de sobrevivir eran escasas, pero la mujer me tomó en sus brazos, como si yo fuera el último regalo de los dioses en medio de su propio sufrimiento.