En el pequeño reino de Consell, donde los días transcurren entre risas y canciones, la princesa Eva era la viva representación de la alegría que iluminaba los corazones de su pueblo. Su bondad y carisma eran como un sol radiante que arrojaba luz sobre cada rincón de la tierra que gobernaba. Sin embargo, detrás de la fachada de dicha y esperanza se ocultaba un oscuro enigma que acechaba en las sombras.
La historia de Eva comenzó a tejerse entre mentiras en el trágico momento en que la muerte arrebató a su madre. En ese instante, las raíces del engaño se hundieron profundamente en la tierra de Consell. Un secreto, como una serpiente venenosa, se deslizó hasta el corazón de la princesa, desatando una tormenta que cambiaría su destino para siempre.
La confesión de su padre desgarró el velo de la ignorancia: el asesino de su madre era el rey de Hardwir, un reino enemigo con el que Consell mantenía una guerra silenciosa durante años. Los conflictos y la hostilidad florecían en las sombras de la paz aparente, arrojando a Eva a un abismo de confusión y rabia.
Con apenas 14 años, un juramento emergió de las profundidades de su ser: vengarse del rey que había sumido su vida en la desgracia. El odio, un sentimiento desconocido hasta ese momento, creció en su alma como una llama voraz.
Pero el destino, caprichoso e irónico, tenía otros planes para la joven princesa. En un giro inesperado, su padre forjó un contrato de matrimonio con el mismísimo rey de Hardwir en un intento egoísta por traer paz a los reinos enfrentados. Aunque la idea de unir su destino al del hombre que representaba todo lo que odiaba le causaba un profundo odio, Eva se embarcaría en ese matrimonio con el propósito oscuro de desentrañar cada una de las mentiras que habían enredado su vida.
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