Primera Parte
El hombre que usa una gorra de lana gris como de marinero sonríe, recuerda al hombre muy flaco, cuando esperaba a la entrada de la estación del metro que según dice un amigo no es un metro sino un "ferri"... En todo caso el hombre de la gorra de lana gris, piensa en ese hombre esperándola desde las 10:15 pm. Y no sabe por qué ella aún no llega y ya cansado de ver pasar los trenes sobre su cansancio, harto de sentirlos zumbar sobre sus oídos, se siente incapaz de seguirlo soportando y como único remedio ha decidido comprar el ticket para seguirla esperando sobre la plataforma Y cada vez que está a punto de arribar un tren, desde medio minuto antes el hombre muy flaco escucha un pequeño y angustioso sonido que sale de las vías del metro; es el sonido del encuentro acerosamente dulce lo que suena, lo que oye éste hombre que se sabe que la espera Y una vez que el tren que no la trajo se marcha, se reanuda este sonido y es un quejido aceradamente triste, melancólico para el hombre que aun la sigue y la seguirá esperando. Entonces el hombre muy flaco no quiere ver el reloj pero lo mira y en un falso gesto de abstracción mira hacia el Parque Berrío y se siente falsamente fascinado por la lucecita verde del reflector que ilumina las paredes blancas de la iglesia. Sabe que en cualquier momento llegará ella, sabe incluso que quizá no llegue, que quizá no venga, aunque venga. Se imagina que de pronto la violan o peor que de pronto se reconcilia con eses muchacho, que ella quiere tanto y se porta indiferente. Sabe que se puede olvidar de él, que lo puede dejar ahí plantado, a lo mejor llega como siempre el en último tren, en el de las 11:15 pm. En él no va más. Y ahí, en ese momento, tendrá que alegrarse, porque se alegra y que importa la hora...