-Si realmente estamos destinados a esto, será bajo nuestras propias reglas, Itadori. No pienso ser una simple pieza en el tablero de nuestros padres. Yuuji lo observó detenidamente, por primera vez viendo a Megumi no solo como el heredero del Reino de Niebla, sino como alguien tan atrapado como él en el juego de poder y alianzas que sus familias habían trazado para ellos. -De acuerdo, Fushiguro -concedió Yuuji con un suspiro-. Pero si vamos a jugar este juego, que sea a nuestra manera. Megumi lo miró con desconfianza, pero no pudo evitar sentir una extraña fascinación. No le agradaba Yuuji, y aún menos su despreocupación, pero había algo en su mirada que lo retaba a seguir adelante.