Shidou Ryusei es un chico rebelde que siempre ha sentido una desconexión con su madre, lo que ha generado una relación tensa y distante entre ellos. A pesar de su actitud desafiante, cuenta con un amplio círculo de amigos que lo acompañan en sus días de juventud. Sin embargo, la vida académica no es su fuerte: las malas calificaciones y la incertidumbre sobre su futuro lo agobian, especialmente cuando se enfrenta a la inevitable decisión de elegir una carrera universitaria. A Shidou le falta claridad sobre su pasión, y su vida parece una constante búsqueda de algo que no sabe definir.
Su rutina cambia cuando llega un nuevo estudiante a la escuela: Sae, un chico reservado con una particularidad que lo diferencia de los demás. Sae sufre de acromatopsia, un trastorno visual que le impide ver el mundo a colores, viviendo en una paleta de grises que contrasta con el vibrante caos que rodea a Shidou. Aunque al principio sus personalidades chocan, poco a poco los dos empiezan a encontrar en el otro una comprensión única.
A medida que su relación se fortalece, ambos personajes descubren que el arte y los colores, aunque percibidos de formas diferentes, pueden servir como un puente para entender sus propias emociones y traumas. Shidou encuentra en Sae una perspectiva diferente que lo lleva a replantearse su enfoque hacia la vida, mientras que Sae, a través de su conexión con Shidou, empieza a comprender los matices emocionales que trascienden más allá de la visión cromática.
Juntos enfrentan el abuso emocional y psicológico que los ha marcado, aprendiendo que a veces el color más importante no es visible, sino que se siente. A través del arte y su mutua compañía, se ayudarán a redefinir el significado de los colores, creando una nueva forma de ver el mundo.
Tom Riddle logró salir del diario en el momento que le hacía creer a Harry Potter que lo había derrotado, aunque la realidad fue que Tom aprovechó para escapar y volver a tomar lo que perdió hace unos años.