Nunca imaginé que al conocer la mansión de Brams me revelaría una oscura verdad. Mi mejor amigo siempre ha estado ahí para mí, pero desde que llegué a quedarme en ese lugar, su comportamiento comenzó a cambiar, era otro. Las paredes de la mansión parecían cobrar vida, despertando sensaciones sofocantes, un fuego y un deseo desbocado que llenaban el aire. Cada crujido del viejo suelo resonaba como un eco de advertencia, y el silencio entre nosotros se volvía cada vez más denso, como si algo estuviera acechando en las sombras. Brams..