Alastor siempre se había considerado un solitario. A pesar de tener amigos cercanos, se sentía desconectado de ellos. Su obsesión por matar lo había convertido en un paria, y sabía que ponía a sus seres queridos en peligro. Sin embargo, había algo más que impulsaba su sed de sangre, algo que nadie conocía. Su adicción no se limitaba solo a la muerte; había otra dependencia que lo consumía. Las drogas no eran la solución, pero sí lo consolaban para lidiar con sus problemas, no le interesaba si lo dañaban. En el infierno, su poder y influencia habían aumentado, pero sus adicciones persistían. Nadie se preocupaba por una alma corrupta como la suya, o al menos eso creía. Pero ¿y si alguien lo viera más allá de su fachada de asesino sadico? ¿Y si alguien pudiera ayudarlo a superar sus demonios? -Lucifer...ayudame-