Mi alma, mi cuerpo y mi corazón le pertenecían. Me estremecía ante su contacto físico, los besos robados con una sonrisa, el color de sus ojos, su cabello con florecitas que yo encontraba en el parque, los bailes improvisados estando borrachos, las canciones compartidas, su risa contagiosa, los chistes internos, o el humor compatible, eran las cosas que más amaba y que sobre todo, compartía solo con él