"¿Mamá?" Fue todo lo que Alastor pudo decir al ver a la mujer parada en la puerta de su casa, con una maleta en cada mano y una gran sonrisa emocionada. No supo que decir, no supo que expresar, su desconcierto fue más grande que su capacidad para razonar. Aún cuando lo abrazaron y lo sacudieron, Alastor no pudo hacer nada más que pensar en que tendría que confesar que había tenido una familia y no le dijo nada a su propia madre. "Mierda".