En el corazón de la Europa del siglo XVII, familias acaudaladas buscaban protección para sus bienes en tiempos inciertos. Así nació la banca privada, con el objetivo de garantizar seguridad y confidencialidad a quienes confiaban sus patrimonios. Lo que comenzó como un servicio exclusivo pronto se expandió, evolucionando a lo largo de los siglos, y adaptándose a las necesidades de una sociedad en constante transformación.