Andy Biersack llevaba años viviendo bajo los reflectores, en un mundo donde las emociones se disimulaban entre letras de canciones y notas rasgadas de guitarra. La vida en la carretera, con el estruendo de los gritos y los aplausos de los fans, le había enseñado a construir una fortaleza alrededor de su corazón. La imagen que proyectaba era de fuerza y rebeldía, pero detrás de esos tatuajes y la voz profunda, había algo más. Algo que nunca compartía.
Hasta que apareció el mensaje.
Era un simple texto, de un número que no reconocía:
"¿Todo bien?"
Las palabras eran tan simples que le sorprendieron. Había miles de personas interesadas en lo que hacía, pero nadie que se detuviera a preguntar cómo estaba, realmente. No era la típica conversación de fan, ni un mensaje de alguien en busca de algo. Era diferente. Breve, directo, y... ¿preocupado? ¿Por él?
Andy observó la pantalla, inmóvil. Podía ignorarlo, dejar que el anonimato del mensaje se desvaneciera en la maraña de sus días. Pero algo lo detuvo. Era casi absurdo cómo esa pequeña pregunta había atravesado sus defensas, tan fácilmente, como si estuviera esperando ser descubierto.
"Sí, todo bien."
No lo era, no del todo. Pero eso era lo que se decía a sí mismo siempre. Después de años de esconderse en la música, ¿cómo podría decirle la verdad a un extraño?
La respuesta llegó casi de inmediato.
"A veces solo necesitas saber que alguien está dispuesto a escuchar, ¿no?"
Andy dejó el teléfono a un lado, sin saber qué pensar. Había algo inquietante en la manera en que esas palabras parecían tocar una fibra que no había sentido en años. Era como si este desconocido supiera, sin conocerlo realmente, que la soledad podía ser abrumadora, incluso cuando estás rodeado de miles de personas.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió que alguien lo veía. No como el líder de una banda de rock, no como un ídolo inalcanzable, sino como un hombre. Un hombre que, tal vez, tambAll Rights Reserved