A principios del siglo XXI, las decisiones financieras seguían basándose en análisis tradicionales, en cálculos y suposiciones que dejaban mucho al azar. Pero todo eso cambió con la llegada de Big Data. Grandes volúmenes de datos comenzaron a ser procesados en tiempo real, permitiendo a las empresas e inversores obtener una visión mucho más clara de los mercados y del comportamiento de los consumidores.